Quienes me hayáis leído ya habréis notado que me encanta UK.
Como me dijo una de las chicas georgianas que conocí en mi On-arrival training, “Inglaterra siempre ha sido mi país soñado”. Pero
los sueños siempre tienen algo de surrealistas. En este caso, la parte
surrealista corresponde al transporte
“público”. Sí. “Público”. Entre comillas. Porque aquí el transporte “público”
es privado. (No voy a
extenderme en esto, vosotros mismos podéis informaros sobre la política de
privatizaciones que llevó a cabo la Thatcher allá por los años ochenta y que,
por muy inverosímil que parezca, nadie parece dispuesto cambiar.)
Supongo yo que de ese carácter “público” se derivan los
otros dos grandes inconvenientes del
transporte en este país: el desbarajuste y el precio. Para entenderlo mejor
simplemente os voy a contar mi relación con el transporte público en España.
No sé cómo
son las cosas en las demás comunidades autónomas pero en la mía son así de
fáciles: Vas a Caixa Galicia, Novacaixagalicia, Novagalicia Banco, o como coño
se llame ahora, y dices: “Quiero una tarjeta de transporte”, pagas dos euros y
te la dan. Como es una tarjeta-monedero, te acercas al cajero específico para
recargas y metes el dinero que quieras. ¡Listo! Ahora ya puedes coger todo el
transporte urbano que te apetezca (tren o bus, en mi caso) y el descuento en el
precio respecto al pago en efectivo es de un 40%, además de no cobrarte los
transbordos dentro de la primera media hora. Con esta tarjeta también puedes
pagar el transporte interurbano (aunque aquí de momento no hay descuento).
Además no es personal así que cualquiera puede usarla aunque no esté a su
nombre y si sois un grupo numeroso podéis pasarla varias veces y beneficiaros
todos del descuento con una sola tarjeta. En resumen: Una tarjeta para todos
los transportes, todas las zonas, todas las personas…
Vamos, ¡lo normal en pleno siglo XXI! Lo que cabría esperar
en un país avanzado, ¿no? Pues, por lo que se ve, no. Aquí no.
En primer lugar, como ya he dicho, del transporte “público”, se encargan compañías privadas. En el caso de
los buses son tropecientas, y cada una
establece su precio. Y el precio del transporte “público” (bus, metro,
tranvía o tren) siempre, SIEMPRE, es obsceno. Y sí, cuando digo esto he tenido
en cuenta que los salarios aquí son más altos, y aun así es abusivo.
En segundo lugar, la única tarjeta-monedero que existe en Birmingham sólo sirve para el bus. Y
por supuesto, para el bus urbano. Pero
no para todos los buses, of course.
Solo para algunas de las compañías que la aceptan y en algunos casos no para
todas las líneas que cubren. Y los supuestos
descuentos también son distintos según las compañías, pero siempre
irrisorios. Si no se acepta la tarjeta en vuestra compañía habitual, como en mi caso y el de la mayoría, puesto que la mayor compañía es National Express que, ¡oh, sorpresa!, no la acepta, tenéis que pagar en efectivo siempre.
CON EL IMPORTE JUSTO Y EN MONEDA. No se
aceptan billetes, no se devuelve cambio.
En tercer
lugar, sólo quedan los Passes. Lo que nosotros llamaríamos “abonos”. La verdad es que meterse a
explicar lo de los abonos… Miles de
posibles combinaciones, cada cual más surrealista... Me siento como Alicia en el País de las Maravillas. En
este ámbito nada tiene sentido. Al mirar las distintas opciones te contagias de
esa absurdez y acabas con ganas de gritar “¡Feliz no cumpleaños!” o “¡Que le
corten la cabeza!”, mientras te cambias de silla corriendo con una taza de té
en la mano.
Por lo que a mí respecta me he dado cuenta de que para este
gobierno dejé de ser joven hace casi siete años. Y aún no he cumplido 25. No
pasa nada, así me quito de delante el abono Young,
y ya de paso el Disabled y el Older
person, que aún me quedan otros 10 tipos por lo menos para considerar. Un
sinfín de combinaciones posibles, de zonas, medios de transporte y horas... Y
mirándolas me siento caer por la madriguera del conejo blanco…
Para una zona, un abono. Así que si quieres viajar
habitualmente entre dos zonas (Birmingham – Sandwell, por ejemplo) vas
jodido, porque tienes que pagar el abono
que vale para todas las zonas, aunque no vayas a pasarte por Coventry en tu
puñetera vida.
Un medio de transporte. Y si necesitas dos medios de
transporte vas jodido también. Porque tienes que cogértelos todos. Eso sí, “todos”,
en este caso no incluye el metro. Sino
bus y tren. El metro se paga a mayores. Y para ser una triste línea parece que
estés pagando el mantenimiento de todas las líneas del metro de Londres.
Y a todo lo anterior tienes que unirle el tiempo. No sólo me
refiero al período de validez del abono (un día, una semana, un mes o un año)
sino también a cuándo viajas. Puedes coger abonos de un período de validez de
un año pero que sólo usarás los fines de semana. Los hay que solo valen para
entre semana y los hay que solo valen a determinadas horas del día.
Por último, lo peor de todo es que te sientes en la
obligación de coger uno por aquello de ahorrar algo, y que sabes que por más
vueltas que le des te acabarás equivocando de abono: Por querer ahorrar de más
después necesitarás otros viajes que pagar a parte, o por querer tenerlo todo
pagarás un pastón para descubrir que has pagado servicios que no usas ni usaras
jamás.
Mi consejo:
Armaos de paciencia, coged la calculadora y miraos todas las opciones al
detalle. Cuando hayáis acotado un poco las opciones pedid consejo a un
lugareño. Volved a pensároslo y volved a hacer cálculos, si llegáis a decidiros
con total seguridad por una opción ¡Enhorabuena!
Links:
Transporte en Birmingham:
Tarjeta- monedero:
Abonos:
Lamento el tono enfadado y quejicoso de esta entrada, pero a
una acérrima defensora del transporte público estas cosas le tocan mucho la
moral. Sobre todo porque se me hace muy difícil comprender que a nadie parezca
importarle tal situación en un país con cierta dispersión territorial como es
UK.
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