Pues yo, como os he contado en anteriores entradas, acabe la
carrera de Derecho y me encontré compuesta y sin chollo.
Como ya he dicho, el programa de voluntariado se presentó ante mí por casualidad y, no teniendo nada que perder, me lancé.
Con una licenciatura en Derecho el ámbito profesional internacional se ve muy reducido. Quiero decir, que salvo algunos cambios obvios de programa académico, se puede decir que las Matemáticas, la Química, etc… son las misma aquí que en Oslo o en la China Popular. Con Derecho ocurre justo lo contrario. Quitando un par de asignaturas (Derecho Internacional y Derecho Comunitario) todo el programa se circunscribe a la ley propia del país en que es estudiado. De modo que no parece muy fácil hacer valer dicho título en el extranjero, sobre todo cuando no tienes ningún tipo de experiencia. Si la tienes sigue siendo difícil pero ¿quién dice que no habrá un bufete interesado en contratar a un abogado civilista español para casos de sustracción internacional de menores o una empresa extranjera que quiera abrirse mercado en nuestro país y necesite de los servicios de un mercantilista? No obstante, repito que este no es mi caso. No tengo experiencia.
Como ya he dicho, el programa de voluntariado se presentó ante mí por casualidad y, no teniendo nada que perder, me lancé.
Con una licenciatura en Derecho el ámbito profesional internacional se ve muy reducido. Quiero decir, que salvo algunos cambios obvios de programa académico, se puede decir que las Matemáticas, la Química, etc… son las misma aquí que en Oslo o en la China Popular. Con Derecho ocurre justo lo contrario. Quitando un par de asignaturas (Derecho Internacional y Derecho Comunitario) todo el programa se circunscribe a la ley propia del país en que es estudiado. De modo que no parece muy fácil hacer valer dicho título en el extranjero, sobre todo cuando no tienes ningún tipo de experiencia. Si la tienes sigue siendo difícil pero ¿quién dice que no habrá un bufete interesado en contratar a un abogado civilista español para casos de sustracción internacional de menores o una empresa extranjera que quiera abrirse mercado en nuestro país y necesite de los servicios de un mercantilista? No obstante, repito que este no es mi caso. No tengo experiencia.
En fin…No me contratan en mi país y las posibilidades de encontrar
un empleo fuera son reducidas si pretendo que este sea un empleo relacionado
con mi titulación. De todos modos, en España no lo tengo, ni relacionado ni sin
relacionar, con lo cual empiezo a plantearme la posibilidad de irme. Pero ¿y si
me voy y no encuentro nada? No están los tiempos para pensárselo mucho ni
ponerse finolis con lo que se refiere al empleo, pero tampoco están como para
perder mis escasos ahorros en pasarme un par de meses por Europa para acabar
volviendo más pobre de lo que me fui. En
estas estaba cuando se me presentó la oportunidad del voluntariado.
Y me dije, con el voluntariado no pierdo mi dinero, no estoy
en casa mano sobre mano, aprendo un montón y me integro en otro ambiente donde,
una vez acabado el periodo de voluntariado quizá me será más sencillo encontrar
un empleo. ¡Decidido! ¡Voy a intentarlo!
Así fue. Otra de las razones que me empujaron a hacerlo tiene una raíz mucho más profunda. Cuando yo era pequeña crecí viendo como los jóvenes adultos de mi entorno, acabadas sus carreras, se venían a Reino Unido una temporada para mejorar el idioma, al tiempo que desempeñaban su primer trabajo. No es que yo lo deseara por aquél entonces, pero supongo que poco a poco fui asumiendo la idea de que algún día yo haría lo propio. Cuando en el último año de carrera, siendo consciente de las limitaciones de mi titulación, me di cuenta de que eso no ocurriría, me sentí muy decepcionada. Pero no tuve más remedio que aceptarlo… Cuando apareció ante mí el Programa de Voluntariado Europeo, volví a pensar que quizá, al final, cumpliría aquél sueño que hundía sus profundas raíces en mi infancia.
Durante el proceso, en la propia organización de envío, en la sesión informativa primero, y en la entrevista personal después, me dijeron que me olvidara de ello (¡decepción!). Que las vacantes en Reino Unido e Irlanda estaban prácticamente fuera de nuestro alcance, pues son los destinos más solicitados por jóvenes de toda Europa y cada asociación recibe miles de solicitudes para una sola plaza. “No es que sea imposible,” me dijeron al ver mi cara de cachorrito abandonado, “pero recibiendo miles de solicitudes… bueno, ¡tienes una probabilidad entre miles! Tú inténtalo, pero no te hagas ilusiones, porque es muy difícil conseguir plaza allí”. Así que contesté a los dos únicos proyectos de Reino Unido (dos plazas y miles de candidatos) y a los de otros países, pensando “Bueno, a ver si me cogen en el de Holanda o el de Dinamarca…” y renunciando a toda esperanza respecto de los de Birmingham y Plymouth. Y de repente, un día, pocas semanas después de haber enviado las solicitudes, abro el correo y… ¡La asociación Options for Life en Oldbury, West Midlands, Reino Unido, me ha seleccionado a mí, A MÍ, de entre todos esos miles de aspirantes! Salto de la silla, vuelvo a caer en ella, río, lloro…
Y, seis meses
después, aquí estoy. Trabajando para Options for Life (http://www.optionsforlife.info/ ),
colaborando en las actividades diarias que la asociación realiza en favor de
adultos con dificultades de aprendizaje, compartiendo piso con otras dos
voluntarias, de Portugal y Bulgaria, pero eso ya es otra historia.
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