lunes, 16 de septiembre de 2013

On arrival training: Día 1

Me levanto a eso de las 5 de la mañana para coger una sucesión de trenes que deberían llevarme  hasta mi destino en unas 3 horas. El primero sale a las 6.
Los billetes me han llegado por correo unos días antes. La compañía es Crosscountry.

Es la primera vez que me subo a un tren de larga distancia inglés y hay unas cuantas cosas que me llaman la atención:
1.  Moqueta por todos lados. Sí, ya sé que los ingleses aman la moqueta más que la hora del té si cabe, pero ¡¿también en los trenes?! Esta obsesión no puede ser sana, sobre todo para los alérgicos.
2.   Son más lentos que cualquier tren de cercanías español. En serio, muuuuy lentos. Tanto que aquél viejo chiste sobre el tonto que al ver pasar los árboles desde el tren decía ‘la próxima vez vamos en pino’, aquí cobra sentido.
3.   No importa que la temperatura exterior sea de 12º. El aire acondicionado hay que ponerlo a tope, que para eso lo instalan.
4.  Como en cualquier avión, pasa un azafato con carrito para vendernos algo que podríamos haber comprado en la estación por la mitad de precio.
5.  Que ‘¿Hay un médico en la sala?’, es una situación que no sólo se da en las películas puesto que varias veces oímos lo siguiente por megafonía: If there’s any passenger with medical knowledge, please tell the staff. Lo cual, creo que solo sirvió para alterar a algunos pasajeros puesto que dudo mucho que finalmente apareciese ese oportuno ‘médico’. Muy raro sería que sólo recordase el juramento hipocrático a la 9ª emisión del mensaje.
6.  IMPORTANTE: Si alguna vez notáis una pequeña disminución en la de por sí anormalmente disminuida velocidad del tren ¡mirad rápido a la pantalla! Sólo pasan el mensaje con el nombre de la parada una vez. Es vuestra única oportunidad para bajaros en una parada con la certeza de que no os habéis equivocado.

Llego a Bradford a eso de las 9.30 de la mañana. Desayuno en la estación y después voy a buscar el hotel. Sabiendo que el meeting no empieza hasta la 1 me dirijo a recepción para explicar precisamente eso: Que el meeting no empieza hasta la una y que si puedo dejar allí la maleta… pero la recepcionista me cierra la boca de un plumazo y ya  no me da tiempo a seguir. Me dice que los demás están esperando ‘in Meeting Room, Number 2, First floor’. Bueno, pues para allá que me voy.  Y me encuentro el panorama formado.

Una especie de intuición me dice dónde debo sentarme. Con ‘Los otros’. Sí, queridos amigos compatriotas, ese es el grupo al que vosotros perteneceréis. Porque siempre, siempre hay 2 grupos, a saber: Los alemanes y los otros. Y salvo que estéis en Alemania donde obviamente no habrá EVS alemanes, ya sabéis donde acabaréis. Así, cuando acabaron de llegar todos los voluntarios a lo largo de la mañana, la habitación estaba divida en un grupo más o menos homogéneo de 6 alemanes y 2 austriacas, y otro completamente heterogéneo, en el que me incluyo, junto a otro español, una portuguesa, una danesa, una rusa y tres georgianas.

A eso de las 12.30 llegó Bob. ¿Y quién es Bob? Pues Bob es… ¡Buena pregunta! Bob es… Supongo que podríamos llamarlo Trainer. Sí, eso es Bob. Y hay que decir que nació para este trabajo. A todo el mundo le gusta Bob. Todos nos lo llevaríamos a casa. No conozco a ningún voluntario al que le nombres a Bob y no sonría al tiempo que asiente entusiasmado, diciendo ‘Oh, Bob…’. Así que,  futuros EVS en Inglaterra sabed que Bob, vuestro trainer os va a encantar.
Pues eso. Llega, se instala y nos pide que salgamos al vestíbulo donde está preparado nuestro lunch. Unos cuantos sándwiches y algún snack ligero.

Después de la pausa para el lunch, comenzamos con las actividades:

1.       Speed dating: Ocho EVS se sientan en círculo dándose la espalda mutuamente y los otros ocho se sientan frente a estos. Dos minutos para presentaciones con la persona que tienes en frente. Después suena la campana y los que están en el círculo exterior se mueven un puesto a la derecha. Empezamos a conocernos y… ¡Misterio resuelto! Los alemanes no están todo el tiempo juntos y hablando alemán porque sean alemanes, sino porque ¡son críos! ¡Son unos niños! Acaban de salir del instituto, nada más que acaban de llegar a la mayoría de edad pero ¡siguen siendo unos teenagers! Por Dios, ¡si hasta una me dice que tiene todos los CD’s de Hannah Montana! Y es que a diferencia de los demás países, los alemanes y austríacos se toman un año entre el instituto y la universidad para esta clase de cosas. Los nacionales de otros países europeos, por el contrario, vamos una vez acabada la universidad, por aquello de no perder un año. En conclusión, aún sienten esa inseguridad de la adolescencia, todavía necesitan el apoyo, la sensación de pertenecer a un grupo… So cute!

2.       Breve presentación ante los demás de nuestros respectivos proyectos.

Hacemos una pausa y por fin vamos a nuestras habitaciones compartidas. Yo con la portuguesa. Es muy maja. Nos llevamos bien desde el principio y las habitaciones superan todas mis expectativas, claro que mis expectativas respecto de los hoteles ingleses no son muy altas. Pero este merece la pena.

3.       Hablamos de los derechos y responsabilidades de los voluntarios.

A las 7 cena en el hotel consistente en tres platos a elegir cada uno entre cinco opciones. Delicious!

Tras la cena los alemanes proponen ir a un pub en busca de cerveza. ‘Los otros’ estamos cansados, preferimos dar un breve paseo e ir a dormir.

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